domingo, 12 de agosto de 2007

Discurso Pronunciado en las Exequias de Simón Narváez Narváez en 1951 Queremal


SIMÓN NARVÁEZ NARVÁEZ

Nacimiento: 28 de octubre de 1881 en el Carmen de Viboral (Antioquia).
Matrimonio: 20 de febrero de 1905 en Marinilla Antioquia.
Óbito: 5 de febrero de 1951 en San José del Queremal (valle)
(Murió de 69 años y ocho meses)

Hijo de: Juan Nepomuceno Narváez
Adelaida Narváez
Abuelos paternos:
Anselmo Narváez
Juana Arboleda


Hablaba el Reverendo Padre Girón en el Queremal 6 de febrero de 1951

Señoras y señores.
Venimos hoy a este lugar santo a cumplir con el deber de acompañar y dar sepultura a los restos mortales del que se llamó en vida Simón Narváez Narváez, venimos a rendirle el tributo póstumo al que fue mejor esposo, mejor padre de familia, mejor amigo y se distinguió como mejor CATOLICO. Simón Narváez supo hacer el bien, supo prestarle su mejor apoyo progresivo a las poblaciones donde tuvo ocasión de vivir y sin que vayamos muy lejos, en la población del Queremal, responder a su espíritu católico y progresivo, la capilla, la casa cural y su reglamentación. Venimos a rendirle el ultimo tributo de nuestra abnegación y cariño en el momento de la trasmutación de esta vida a la eterna, al vívido rector de un hogar que en su claustro supo educar, supo enseñar, supo adorar a un ser; su dilecta esposa, supo amar a sus queridos hijos, supo hacer de su dignísima esposa señora María Teresa, el ídolo de su corazón, de sus hijas, una aureola de di amantísimas piedras preciosas, supo sacar de ella las amantísima hijas, las nobles hijas en las que se conjugan la virtud, el cariño y la caridad; como hijas irreprochables y como esposa un dechado de virtudes; en sus hijas grandes ciudadanos, hombre de aspiraciones, excelsos trabajadores y mejores amigos. Pero qué sucede hoy? El destino que todo lo trastorna y lo disloca, quebrantó la vida de este eximio varón, enlutó sus claustros hogareños, a su querida esposa y a sus amantes hijos, les laceró los corazones y se los llenó de amargura. Don Simón Narváez hoy traspasas el dintel de la sepultura, vas a quedar dentro del seno de la tierra, allí se van a cumplir las palabras pronunciadas por los sacerdotes, el miércoles santo al imponernos la ceniza. “Acuérdate hombre, que polvo eres y en polvo te has de convertir.”
Hoy descansas en la paz del señor, mientras tú querida esposa y tus hijos se hallan sumidos en el dolor, enviadles desde lo eterno el ángel consolador para que mitigue sus penas y consuele sus afligidos corazones. Descanse en paz nuestro querido amigo, descanse en la paz del Señor, mientras tanto, los que supimos comprenderle, tu dignísima esposa e hijos, elevamos preces al Altísimo por el descanso eterno de tu alma. No olvides que dejas en este mundo que se llama la tierra, pedazos de tu corazón y sangre de tu sangre, desde el seno de Abraham ruega por ellos.
Hasta luego os diremos, porque la revolución de la rueda que martirizó a CATALINA. Llegará quizá muy en breve y cortará el hilo de quien sabe cuantas vidas de los que nos hallemos congregados alrededor de tu caja mortuoria. Descanse en Paz y que la luz perpetua de DIOS os alumbre.
Queremal 6 de febrero de 1951
Este discurso se copio del original en mayo de 1977 ALJINA
Alba Jiménez Narváez.

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